Cindy Blackman: una virtuosa de la batería de jazz y rock

Conocida sobre todo por sus colaboraciones con artistas de jazz y soul como Cassandra Wilson y Joss Stone, también sabe hacer rock’n’roll, habiendo trabajado con Lenny Kravitz durante unos 15 años. Sus propios álbumes, que …

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Batería Cindy Blackman

Conocida sobre todo por sus colaboraciones con artistas de jazz y soul como Cassandra Wilson y Joss Stone, también sabe hacer rock’n’roll, habiendo trabajado con Lenny Kravitz durante unos 15 años.

Sus propios álbumes, que aúnan diferentes influencias musicales y culturas, también han sido elogiados por la crítica y los oyentes.

Cindy Blackman, un ejemplo para las jóvenes bateristas, es sin duda una figura destacada de la que todos deberíamos hablar un poco más.

Sumerjámonos hoy en la vida artística y el inmaculado estilo de tocar la batería de este músico legendario.

De Ohio a Nueva York

Nacida en el seno de una familia de músicos, hija y nieta de dos músicos clásicos, el destino de Cindy Blackman parecía marcado desde la infancia, cuando se pasaba el día dándole al tambor de aire con muchas de sus canciones favoritas.

Influida principalmente por Tony Williams, acabó convenciendo a sus padres para que le compraran una batería de verdad a los 14 años, tras mudarse a Connecticut y matricularse en la Hartt Music School de Hartford.

A esa temprana edad, ya estudiaba cómo sus ídolos de la batería de jazz conseguían mantener sus cuatro extremidades independientes, creando capa sobre capa y añadiendo un nuevo color y textura a su forma de tocar. Se tomó muy en serio esta lección cuando salió de gira con grupos de rock ruidosos y en pequeños clubes de jazz de Nueva York.

Más tarde, Blackman se trasladó a Boston, donde estudió con el legendario batería de jazz Alan Dawson en Berklee.

Tras esta enriquecedora experiencia educativa, que dejó una enorme huella en el estilo de Cindy a pesar de su brevedad (lo dejó tras sólo tres semestres), se trasladó a Nueva York y comenzó a trabajar como músico callejero, acumulando horas de valiosa práctica y respirando por fin la escena jazzística de la Gran Manzana de una forma sin precedentes.

En Nueva York, Blackman también empezó a trabajar en sus propias composiciones y publicó su primer álbum Arcane en 1988, en Muse Records.

Sin embargo, para abrirse camino tuvo que esperar hasta 1993, cuando se le presentó la oportunidad de tocar con la estrella mundial del rock Lenny Kravitz. Mientras disfrutaba de la vida en la carretera, Cindy pronto se dio cuenta de que también necesitaba sus propias actividades creativas para progresar y mantenerse centrada.

Como resultado, ha seguido trabajando con otros músicos de jazz en sus composiciones a lo largo de su carrera, publicando una serie de álbumes aclamados por la crítica como Music For The New Millennium (2005) y Another Lifetime (2010), dedicado a su mentor Tony Williams.

En la última década, Blackman también se ha convertido en el batería de gira habitual de Carlos Santana. La química sobre el escenario pronto se manifestó también fuera de él: los dos artistas se casaron en 2010 y siguen colaborando en la música del otro.

Batería Cindy Blackman

Percusión y espiritualidad

Cindy Blackman se considera una virtuosa. Su objetivo como baterista no es sólo mantener el tempo y añadir unos cuantos rellenos coloridos. Utiliza la batería de forma creativa, traspasando los límites entre géneros, experimentando con sonidos y ritmos. No mantiene el tempo, sino que lo crea, como señaló Mike Zwerin.

Sus influencias jazzísticas han moldeado su capacidad de improvisación y la libertad de sus cuatro miembros para crear capas rítmicas independientes que se funden sin esfuerzo con una idea central.

Su estilo también está influido por su espiritualidad, ya que Blackman cree que la música puede ser una de las formas más elevadas de trascenderse a uno mismo.

«Creo que la música es tan sagrada que, cuando tocas, estás rezando, seas consciente de ello o no, porque tienes una intención concreta», explica. «Te estás trascendiendo a ti mismo porque estás rompiendo barreras en las que mucha gente e incluso nosotros como músicos normalmente no nos aventuramos».

Esta convicción explica sin duda su enérgica y desbordante creatividad, ya sea aplicada a la batería, a la voz o a la composición.

Blackman es seguidor de la religión persa Baha’i, que aspira a unificar todas las religiones y pueblos. La música, y el poder instintivo del ritmo en particular, puede ser sin duda un medio excelente para alcanzar este objetivo.

Sigue así

En general, Cindy Blackman ha demostrado ser una pensadora positiva. En varias entrevistas y artículos sobre sus declaraciones, se aprecia su amplitud de miras, incluso ante las críticas y los prejuicios, a los que tuvo que enfrentarse por ser una de las pocas mujeres negras que tocan la batería en la historia del jazz y el rock. «Afrontémoslo, los clubes de chicos siguen existiendo», dijo una vez. «Pero eso no me importa en absoluto. De todas formas, voy a hacer lo que musicalmente voy a hacer. […] Cualquier mujer, o cualquier persona que se enfrente a prejuicios raciales, de peso o de pelo… si dejas que alguien te detenga por sus opiniones, entonces lo único que estás haciendo es perjudicarte a ti mismo. No quiero darle a nadie ese poder sobre mí».

Los verdaderos artistas rara vez se quejan. Los mejores siguen practicando, superando sus límites, buscando la excelencia.

Cindy Blackman fue pionera en muchos sentidos. Se enfrentó a retos relacionados con su género, el color de su piel y su pelo afro, pero consiguió llevar una vida artística plena que sigue inspirando a muchas jóvenes músicas y atrayendo el favor de los aficionados al jazz y al rock de todo el mundo.

Inspirémonos en su tenacidad y creatividad, esforzándonos cada día por ser mejores que el día anterior, estudiando y entrenando duro, y centrándonos en nuestra pasión: la música.

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